jueves, 15 de junio de 2023

Homilía del domingo XI del Tiempo Ordinario

En el evangelio de hoy, extraído del libro de San Mateo, nos encontramos con un pasaje lleno de enseñanzas profundas que despiertan nuestras almas y nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia misión en este mundo. Permítanme compartir con ustedes una homilía basada en este texto que nos desvela el amor y la compasión de Jesús por nosotros y nos revela nuestra responsabilidad como discípulos suyos.

Imaginemos por un momento un vasto campo de trigo dorado que se extiende hasta donde alcanza la vista. El sol se cierne sobre él, iluminando cada espiga con un brillo dorado. Es en este escenario donde Jesús se encuentra, mirando con ojos amorosos a la multitud que lo sigue. Él los ve como ovejas sin pastor, perdidas y desorientadas en un mundo lleno de aflicción y sufrimiento.

Jesús nos dice que, al observar a la multitud, sintió compasión por ellos. Esta compasión es como una llama ardiente en su corazón, una llama que no puede ser apagada. Su amor y preocupación por nosotros son tan grandes que no puede ignorar nuestras necesidades más profundas. Él es el buen pastor que busca a las ovejas perdidas, que se preocupa por cada una de ellas y se dedica a guiarlas hacia pastos verdes y aguas tranquilas.

En esta metáfora del pastor, Jesús nos muestra cómo debe ser nuestra actitud hacia nuestros hermanos y hermanas. Él nos llama a ser pastores compasivos, a mirar más allá de nuestras propias preocupaciones y a prestar atención a aquellos que nos rodean. Nos invita a abrir nuestros corazones y a ser instrumentos de su amor en el mundo.

Pero Jesús no solo nos llama a la compasión, también nos envía en una misión. Nos dice: "Pidan al dueño de la mies que envíe trabajadores a recoger su cosecha". En esta parábola de la mies, Jesús nos muestra que el Reino de Dios está cerca y que todos somos llamados a ser parte de su obra. Somos los trabajadores que deben salir al campo y cosechar los frutos del amor y la misericordia de Dios.

Sin embargo, Jesús nos advierte que la tarea no será fácil. El mundo en el que vivimos está lleno de desafíos y obstáculos. Nos enfrentaremos a la resistencia, a la incredulidad y a la indiferencia. Pero no debemos temer, porque Jesús nos asegura que estará con nosotros en cada paso del camino. Él nos dará el poder y la autoridad para sanar enfermedades, expulsar demonios y proclamar la buena noticia del Reino.

Somos llamados a ser discípulos valientes y audaces, a llevar la luz de Cristo a aquellos que viven en la oscuridad. Nuestro testimonio de amor y servicio debe ser como una llama que ilumina los corazones de aquellos que han perdido la esperanza.

Así como el campo de trigo necesita manos dispuestas a trabajar, el mundo necesita discípulos dispuestos a ser instrumentos del amor de Dios. No importa cuán pequeño o insignificante parezca nuestro aporte, cada acto de bondad, cada palabra de aliento puede hacer una diferencia significativa en la vida de los demás.

Tomemos esta invitación de Jesús en serio. Acerquémonos a él para recibir su compasión y su amor, para que podamos ser transformados y capacitados para ser auténticos discípulos en el mundo de hoy. Sigamos su ejemplo, seamos pastores compasivos y trabajadores fieles en la viña del Señor.

Que la compasión de Jesús nos impulse a ser portadores de su amor en medio de un mundo sediento de esperanza y sanación. Que su gracia nos fortalezca en nuestra misión y nos guíe en cada paso que demos. Y que, al final de nuestros días, podamos escuchar las palabras del Señor diciendo: "Bien hecho, siervo bueno y fiel. Entra en el gozo de tu Señor"."

jueves, 18 de mayo de 2023

HOMILÍA DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR (para niños)

La Ascensión es un momento muy especial en la historia de Jesús.

Imagínate que tienes un amigo muy especial que vive en otra ciudad, pero un día él te dice que tiene que irse y volver a su hogar en el cielo. Esto sucedió con Jesús. Después de resucitar de entre los muertos, Jesús pasó 40 días con sus amigos y les enseñó muchas cosas importantes sobre el amor de Dios.

Al final de esos 40 días, Jesús les dijo a sus amigos que tenía que volver al cielo para estar con Dios, su Padre. Pero no se fue de una manera común, ¡no! Jesús ascendió, que significa que subió hacia el cielo en presencia de sus amigos. Fue como si desapareciera en las nubes.

Imagínate ver a alguien que quieres mucho elevarse en el aire y desaparecer. Es algo asombroso y sorprendente, ¿verdad? Así es como los amigos de Jesús se sintieron. Fue un momento triste porque ya no podrían verlo físicamente, pero también fue un momento feliz porque sabían que Jesús estaba regresando a su hogar en el cielo con Dios.

Aunque Jesús ya no está físicamente aquí con nosotros, su amor y sus enseñanzas aún están presentes en nuestras vidas. Podemos hablar con él a través de la oración y sentir su amor en nuestros corazones. Jesús nos prometió que siempre estaría con nosotros, incluso cuando no podamos verlo.

La Ascensión nos enseña que Jesús es nuestro amigo y salvador, y que está en el cielo cuidándonos desde allí. También nos muestra que un día, cuando llegue el momento, podremos estar con Jesús y vivir con él en el cielo.

lunes, 15 de mayo de 2023

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Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy nos encontramos reunidos para celebrar el día de la Ascensión del Señor. En este día, Jesús, después de haber cumplido su misión en la tierra, sube al cielo para sentarse a la derecha del Padre. Su ascensión nos llena de esperanza y alegría, porque nos asegura que, aunque físicamente no esté con nosotros, su presencia y su amor siempre nos acompañarán.

Jesús nos deja un legado: la misión de ser sus testigos en el mundo. Nos llama a difundir su mensaje de amor y salvación, a través de nuestras palabras y acciones. Nos invita a vivir en comunión con Dios y con nuestros hermanos, a construir un mundo más justo y fraterno.

En este día, recordemos que somos parte de la Iglesia, el cuerpo de Cristo en la tierra. Unidos en la fe, somos llamados a ser instrumentos de paz y reconciliación. No temamos llevar la Buena Nueva a todos los rincones, pues el Espíritu Santo nos fortalecerá en esta tarea.

Aprovechemos este tiempo de la Ascensión para renovar nuestro compromiso con Cristo. Que nuestras acciones reflejen su amor y misericordia. Que cada paso que demos sea un testimonio de nuestra fe en él.

Pidamos al Señor que nos ayude a ser fieles discípulos, dispuestos a seguir su voluntad en todo momento. Que su gracia nos guíe y fortalezca en nuestro caminar.

Hermanos y hermanas, recordemos siempre que, aunque Jesús ya no esté físicamente entre nosotros, su amor y su presencia son eternos. Que la Ascensión del Señor nos impulse a vivir con alegría y esperanza, sabiendo que un día estaremos unidos a él en la gloria del cielo.

Que Dios los bendiga y los llene de su paz.