sábado, 17 de octubre de 2009

Oración del Catequista

Oración del Catequista        

Señor, cuando pienso que soy catequista
de un grupo que se reúne en tu Nombre,
se amontonan en mi memoria muchas palabras tuyas,
   
dichas desde tu experiencia, para mí.

Ustedes no se dejen llamar «maestro»,
porque uno sólo es vuestro maestro,
y ustedes son hermanos. Que no ocurra entre ustedes
lo que pasa en otros grupos de la tierra. Al contrario,                                                                                 el que ocupa un cargo que sea el servidor de todos.

¿Cómo unir, Señor, el compañerismo con la firmeza,
la humildad con la energía,
el diálogo con las decisiones,
la cercanía con la organización,
la igualdad con la función de responsable?

¿Cómo transmitir al grupo tu Buena Noticia,
si yo no la vivo con ilusión, fuerza y generosidad?

¿Cómo ser sal, luz y levadura,
si yo mismo ando, todavía dudando
y diciéndote todos los días «sí, pero...»?

Conviérteme primero a mí
para que pueda anunciar la Buena Noticia
a todos los que me has encomendado.

Tú que fuiste una síntesis de opuestos,
-acción y oración, suavidad y firmeza,
acogida y exigencia, corazón y objetividad,
amor y lucha-,  trasmíteme tu temple interior,
para que sepa llevar las riendas,
de este grupo que me has encomendado,
con los ojos puestos en Ti, y los oídos en aquellas hermosas palabras:
«no he venido a ser servido, sino a servir».

Te doy gracias, porque me has llamado y elegido,
para ser acompañante de otras personas en su caminar hacia Ti.                                                     Lléname de tu fuego y de tu espíritu y
toma fuerte mi mano con tu mano,
para que, juntos, nos tomemos de muchas manos,
y muchas personas puedan vivir y sonreír,
saboreando la Buena Noticia de tu Evangelio.

Señor, no soy más que un catequista de un grupo que se reúne en tu Nombre...  Amen