jueves, 28 de abril de 2016

HOMILIA PARA EL DOMINGO 6 DE PASCUA. C

Que no se pierda mi Mensaje. Es el primer deseo de Jesús. Que no se olvide su Buena Noticia de Dios. Que sus seguidores mantengan siempre vivo el recuerdo del proyecto humanizador del Padre.

“El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él”).

Ellos no están de visita por unos minutos; no están de vacaciones por unas semanas. No, nosotros somos su hogar permanente, y para siempre.

Dios Padre y su Hijo Jesús tienen su morada eterna en nosotros, nos han amado, nos aman y nos amarán para siempre.

Así, podemos atrevernos a decir, con plena confianza: “No soy fiel, pero creo en Dios”. “No soy humilde, ni caritativo, ni bueno, ni santo, ni sincero, ni casto, ni cariñoso, ni servicial, ni pacífico, ni…, PERO CREO EN DIOS y Él me ama”.

 

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miércoles, 20 de abril de 2016

HOMILIA DEL DOMINGO 5 DE PASCUA. CICLO C

La historia de cada uno y de la Iglesia, como también de la sociedad en la que vivimos, puede no ser demasiado consoladora en estos momentos.

A muchos, por ejemplo, les produce dolor contemplar la falta de fe en la sociedad actual. Otros tienen problemas en la familia o en su propia vida. Sea cual sea nuestra situación, la Pascua nos invita a hacer un ejercicio de visión positiva de la historia y de las personas.

Pascua es un acto de fe en que sí es posible ese cielo nuevo y esa tierra nueva: porque el Señor ha resucitado, y su Espíritu actúa, y, por poco que le dejemos, quiere ir cambiando las cosas. No es un simple deseo de que las cosas vayan bien, sino la esperanza en que Dios cumplirá sus promesas.

Un voto de confianza a Dios. Un voto de confianza a la sociedad y a la Iglesia. Hay muchas fuerzas escondidas, medio dormidas, en las personas y en la comunidad, que sí pueden despertar y mejorar nuestra historia.

Claro que hay dificultades. Somos conscientes de ello. Pero a pesar de todo, seguimos creyendo en la fuerza del Señor.

 

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viernes, 15 de abril de 2016

DOMINGO 4 DE PASCUA. C

El Evangelio es muy corto, pero habla claramente de la ternura y el cuidado que tiene Jesús para su gente. Dice que su rebaño es el regalo de su Padre y que Él lo va a cuidar con mucho cariño, como cuando a nosotros nos encomiendan un regalo o una tarea.

Por tanto, es un Evangelio que nos da confianza. Que Dios nos va a cuidar durante toda la vida. Y eso nos trae cosuelo y paz. Especialmente en momentos difíciles. Es bueno estar seguro de esto: “Aunque camine por barrancos oscuros… nada temo”.

Encontramos también otros temas en las lecturas, el tema de la diversidad del rebaño de Cristo, pero no voy a hacer otra reflexión mas que ésta: Las diferencias que puedan existir entre nosotros (políticas, culturales o profesionales…) son riqueza, nunca adversidad

 

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viernes, 8 de abril de 2016

HOMILIA DOMINGO 3 DE PASCUA. C

Solo la presencia de Jesús da sentido a nuestra vida. La ausencia de Jesús nos deja sumidos en la noche. Por eso, cuánto bien nos hacen los que lo reconocen con pasión, los que lo han descubierto. Nos llenan de alegría.

La pregunta que hace Jesús a Pedro ¿me quieres? ¿me quieres?. No es tanto para que responda, sino para que no se olvide de lo que vale vivir con amor. No da a nadie por perdido, ni siquiera al que le negó.

Afortunadamente, gracias a Jesús, los pecadores podemos volver a sentir el afecto de Dios. Cómo Dios nos apacienta.

Apacentar es llevar en los labios un relato de salvación, es tener como meta la compasión. Apacentar es escuchar el latido de otros corazones, especialmente de los que están mal. Apacentar es sanar las heridas, cualesquiera que sean, con la misericordia de Dios.

Apacentar es sembrar calor en caminos rotos, y belleza en vidas manchadas.

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sábado, 2 de abril de 2016

HOMILIA DOMINGO 2 DE PASCUA. C

Las llagas pueden ser curadas y el miedo puede tornarse en alegría. El Resucitado regala siempre dones, porque desde el cielo no puede venir otra cosa.

Cómo recibieron los primeros creyentes el anuncio de que existe la Resurrección. Resucitado está, pero por un lado, a Tomás le costó; a algunos lo tomaron como un delirio, y, sin embardo, los demás con una alegría valiente.

Jesucristo resucitado sigue presente en medio de nosotros y de su Iglesia. Él es, ahora, el poseedor de las llaves de la muerte.

El Viviente animó —y sigue animando— a todos los perseguidos, afligidos y desalentados de la historia.

¡Cristo vive! Déjate entusiasmar por él.

 

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